En estos tiempos tan revueltos y convulsos dentro de nuestra escena under, donde cuando hablamos de rock pesado esa manía enfermiza de categorizar absolutamente todo nos gana, llega La Bruja.
¿Doom? ¿heavy psych? ¿progresivo?, rock pesado.
Liderada por Eloy Arturo -Kranium, Reino Ermitaño- junto a la compañía de Miguel Gutiérrez y Khriss Meléndez, la Bruja debuta con un álbum homónimo que -en estos días- quizá no siente las bases de nada, pero sí muestra el único camino en que el rock debe hacerse: sin pretensiones, con honestidad y necedad.
Este disco no oculta ni se avergüenza de mostrar las influencias sobre las que se ha construido melódicamente, pero tampoco deja de ser auténtico. Exhibe la evidente madurez musical de Eloy, a través de la cual aquel material donde sienta sus bases, da paso a música realmente genuina. Se puede notar la esencia de bandas como Uriah Heep, Deep Purple, Black Sabbath e Incluso Led Zeppelin, por el notorio sabor de psicodelia pesada y progresiva que tiene «La Bruja», pero sin dejar de lado esa cuota de íntima legitimidad que queda sentada en las letras y composiciones melódicas.
«Rudraksha» -el primero de los cinco temas que contiene «La Bruja»- apertura este disco con una melodía clásica de hard rock setentero con sabor a Uriah Heep, mientras nos habla suavemente de Shiva. Con tintes orientales, este tema nos deja claro el arma con la que La Bruja viene a volarnos la cabeza: rock duro de verdad. Una batería de fondo, con ese toque seco clásico del hard setentoso, un bajo potente y una guitarra lisérgica, con un excelso armado, nos meten una pateadura que recordaremos por siempre.
«Sentimientos Encontrados» empieza lenta y sabbáthica, camuflándose con un traje de balada rock, nos seduce hasta estrellarnos brutalmente contra el rock más duro, con una de las características típicas de Black Sabbath -sobre todo en sus primeros trabajos-: los cambios marcados de tempo y el bajo prominente y acentuado, que marca la pauta. Pese a mi necesaria cita a los británicos, «Sentimientos Encontrados» es un tema auténtico y espiritual, donde la voz ronca y aguardientosa de Eloy nos arremete con su original honestidad.
Deep Purple se esconde tras los riffs de «Abismo». Es un tema corto en relación al resto de temas que lo acompañan, pero sigue dentro de ese esquema de fuerza y densidad del power-trío.
«Cenizas» mezcla la pesadez de Black Sabbath con el lado progresivo/sinfónico de Deep Purple. Un tema poderoso, único y místico, con sabor a clásico. No me cabe duda que, de haber salido como parte del álbum de alguna banda rock setentera, este tema habría marcado la historia para muchos. Algo más de cuatro minutos donde nuevamente la reseca voz de Eloy muestran el camino del rock, de cómo debe cantarse, de cómo debe de acoplarse la letra a la melodía, sobre todo con la cierta «molestia» a la hora de hacer rock en español.
Para cerrar con lápida de oro, «Ya Estoy Muerto» nos despide con un brutal guiño a -para mí- la era dorada de Led Zeppelin. Experimentalidad y armonía marcan este tema. El rock pesado se luce con su máximo esplendor.
Si en este humilde blog repartiésemos puntajes, estoy totalmente convencido de que un 10/10 sería poco.
De la portada -que me recuerda a la estética ochentera de Iron Maiden- a la música, este álbum da cátedra de cómo hacer buen rock.
Desde ayer esta obra se encuentra en pre-venta gracias a The Horde of Nebulah Records y Tóxiko Records, dejo los siguientes links donde podrán encontrar toda la información para adquirir este magno álbum de rock pesado y los datos del evento oficial:
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