Hoy nos tomamos la noche para revisar «El Gran Altar», segundo trabajo del grupo trujillano -realineado hace relativamente poco- Ancestro, y de muy reciente data. Desde este blog -hay que decirlo- reseñamos, apenas salió, su primer álbum, «El Regreso de los Brujos» (2016, Man in the Box Records), texto que puede ser leído a través del siguiente link: https://goo.gl/qyyPEX
Este nuevo álbum dejó varios pensamientos dando vuelta en mi cabeza, pensamientos que intentaré poner en orden a continuación.
Primero. Me queda claro que, desde su aparición, Ancestro tenía un sonido que se mostraba casi propio, pese a sus notorias influencias stoner/doom. Esta vez, nos muestra algo que, de no ser por ese, por momentos, saborcito a Pink Floyd -carajo, estoy viendo a los británicos en todas partes-, sería completamente «único y propio». Ancestro realmente nació maduro.
Segundo. Ancestro, más allá del sonido, tiene una identidad propia. Sabe tomar la esencia de la cultura stoner y la traduce en formas familiares al oyente local -trujillano, peruano-, quien la convierte en una expresión propia, más allá del origen gringo de la misma. Muestra una imagen que, tomando el concepto original del género -el desierto-, nos lo da en válidas versiones localistas. Desde la portada misma del álbum -imagen de un fragmento de la desértica ciudadela de Chan-Chan, visitada por gallinazos-, hasta los títulos de las canciones. Y, si bien se puede considerar sencillo adaptar la cultura stoner a nuestra zona costera, Ancestro toma el camino con más detalle y se apropia de la forma más pura de la vida desértica en su ciudad de origen: Trujillo.
No se me haría loca la idea de un concierto stoner/doom en medio de Chan-Chan.
Tercero. Portando a cuestas mis dos positivos puntos previos, debo decir que, aunque «El Gran Altar» es un buen disco, lo siento más como la grabación de un jamming. No me deja la sensación de temas completamente cerrados. A diferencia de su predecesor, al -creo yo- ser tomado más «en serio», esta nueva entrega se muestra deficiente en lo que respecta a la toma de riesgos. «El Regreso de los Brujos» era una alta dosis de ácidos directo al cerebro -gracias a su alta experimentalidad y espontaneidad-, mientras que «El Gran Altar», pese a notarse más cuidado, por esa misma razón, pierde empuje y «sorpresa», siendo un tanto más predecible y adormecido. Aunque tiene temas -son seis en total- como «Gallinazo» o «Purga» que sí se muestran más arriesgados. Con esa sensación me quedo, que, por cuidarse las espaldas y no salirse del molde que ya les había dado éxito, se perdieron en el camino que había convertido su álbum debut en luminaria de nuestra escena local: el riesgo de lo espontáneo.
Cuarto. Considero que el error que puedo achacar a este disco, reside en su rápido lanzamiento. Siento que vino muy pronto, muy pegado al debut de la banda, sin dar un mayor tiempo al redescubrimiento. Quizá se debió esperar y desarrollar un poco más. Es mi humilde opinión.
Para cerrar, solo me queda afirmar que «El Gran Altar» es un buen álbum. Poseedor de un stoner rock que, en momentos, no tiene vergüenza de explorar los territorios sonoros del space o el kraut, géneros -valga anotarlo- fuertemente ligados -o dependientes, en el primer caso- a la música psicodélica. Tiene la densidad adecuada, el talento necesario al mando de los instrumentos y una guía base sobre la cual trascurre realmente bien. Como un oyente más, no me quejo, se adiciona a mi colección de nueva y buena música. Como crítico -¡cómo me alucino!- me doy algunas licencias para hacer las anotaciones que dejo en este texto.
Tras este álbum subyace una buena idea.
Quedo a la espera de un nuevo trabajo de Ancestro, donde -para mí- retornen a sus raíces más espontáneas.
Publicación: 24 de Setiembre de 2017
Grabación: Man in the box Records
Estudios: Man in the box Records Studios
Miembros: Boris Baltodano, Diego Cartulin, Victor García
Discográfica: Man in the box Records
Productor(es): Diego Cartulin
Cover: –
Ediciones: digital, CD, vinilo
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