«Breakfast in America», uno de los mejores álbumes que he escuchado en mi vida. ¿Por qué? porque supo conciliar aquel sonido sinfónico y art rock con el de la música pop de aquellos años. Era 1979, pero el sonido empezaba a ser ese que caracterizaría a los años 80’s, cosa que hicieron ese mismo año bandas como Pink Floyd o The Alan Parsons Project, con «The Wall» o «Eve», respectivamente, álbumes que traen ya el sonido que define la década ochentera. Y lo mismo Supertramp, con este maravilloso disco, que junto al «Crime of the Century» definirían la cúspide del grupo británico.
Pop progresivo le llaman algunos, crossover otros, pero lo que jamás podrá negarse, es la excelencia marcada de este álbum. El pop saturado y el rock progresivo de tipo sinfónico, de la mano con ese piano salido de la música clásica. «Breakfast in America» puede ser el punto álgido entre Rick Davies y Roger Hodgson y la antesala de la salida del grupo de este último, pero por alguna razón, al igual que en el «Crime…», supieron conciliar diferencias y aprovecharlas en pro de una producción tan grandilocuente como es el «Breakfast…».
Definitivamente es el álbum que más veces seguidas he escuchado.
Es el disco que define a aquello que llamamos música.
Y no, no les contaré la historia del álbum, para eso tienen el siguiente link a la Wikipedia: es.wikipedia.org/wiki/Breakfast_in_America.
«Breakfast in América» reúne aquello que esperamos de un álbum: canciones que peguen y que se nos graben en la cabeza, una buena producción, un trabajo melódico brillante y buenas letras. Como un buen álbum de pop, «Breakfast in America» tiene un sonido limpio. Como representante del prog, tiene a su favor el excelente trabajo sinfónico y la estructura de sus canciones, cosa que llevaron a mi señor padre a decirme más de una vez: «escucha, es música clásica».
Lamentablemente, por parte de cierto grupo de la gente del mundillo progresivo, ha habido mucho rechazo. Y el rechazo hay que tomarlo con pinzas. Uno, porque puede estar plagado de puristas o más bien, poseros, que más que apreciar la buena música, viven refugiándose en la excusa de lo «undreground» y «poco conocido». Y es que las razones esgrimidas por cierto sector de la crítica venida de parte de los progres, eran cosas tales como «es pop», «tiene demasiadas canciones sobre-expuestas» o «las letras son simplonas».
Vayamos por partes. Primero, ¿desde cuándo el que se asocie pop a progresivo es malo? ¿desde cuándo «pop» significa «malo»?. Como bien diría mi hermano, zas, en toda la boca!. Segundo, ¿la sobre-exposición te hace malo? puede volverte cansino para algunos pero… ¿malo? por favor!. Y tercero, ¿nunca entendieron el sentido de las letras en el álbum? y es que hay gente que no entiende el sarcasmo. No, no busquen letras sobre el cosmos, la teología o la guerra… acá van a encontrar humor.
Y buéh!
Como bien dijo Hodgson: Nos dimos cuenta de que algunas de las canciones se prestaban realmente a dos personas que hablaban el uno del otro. Yo podía estar sometiendo su forma de pensar y él (Davies) podía desafiar mi modo de ver la vida […] Nuestras formas de vida son tan diferentes, pero le quiero. Ese contraste es lo que hace que el mundo gire y lo que hacía que Supertramp funcionara. Sus creencias son un desafío para mí y mis creencias un desafío para él.
Esto, sumado a la abierta llamada hacia los Estados Unidos que hay en el álbum, hacen que las letras se vuelvan un completo sarcasmo, perfectamente aplicado. Y es que da tanto para retratar la relación Hodgson-Davies como el american way of life.
Pero si alguien por ahí, sigue impertinente y poco acertado con respecto a este álbum, sólo pondría contestarle lo siguiente: escucha «Child of Vision».
¡Una ópera señores!
Y es que Supertramp probablemente se reduce a los dos álbumes ya citados, si bien sus primeros álbumes fueron unas buenas obras de soft-rock progresivo y los posteriores tienen también lo suyo (los intermedios entre el «Crime of the Century» y «Breakfast in America» fueron normales). Para muchos «Crime…» es la pieza maestra de los británicos, y lo es, pero el álbum que nos toca hoy, es una obra maestra de tal magnitud, que le toca los tobillos. Y es que a mí me gusta más este, debo admitir, ya que soy muy amante del pop ochentero. Así que si me das una mezcla de prog y pop ochentero, seré feliz.
¿Qué más podemos pedirle a «Breakfast in América»? lo tiene todo. Y todo es TODO.
Un sonido poderoso, arreglos muy acertados, voces inconfundibles, coros excelsos, solos de piano y detalles de saxo que, si tuviéramos que ponerle una nota del 1 al 10, les pondríamos 20.
Pero si reducimos este disco a una sola canción, esta debería ser «Child of Vision», ya que logra una melodía pegajosa con el Wurlitzer, la letra es demasiado sarcástica, el juego a dos voces a modo de ópera es brutal, y el ingreso de los coros lo es todo. El solo de piano es magistral, el bajo sobrio junto a la batería… pero tiene su toque inesperado, y es ese solo de saxo a modo de zumbido que aparece casi al final acompañando a los teclados. Distante, ambiental, pero tan bien acoplado a la melodía, que lo deja a uno pasmado.
Y es que Supertramp es inconfundible. Sólo alguien alejado de la buena música no reconocería de lejos canciones como «Goodbye Stranger» o «The Logical Song», ni siquiera debe saberse los nombres de las mismas o relacionarlas a Supertramp, el hecho es que están grabadas en el cerebro de aquellos que gustan de escuchar música. Eso es… «Breakfast in America» es el álbum que define la naturaleza completa de este grupo británico
Si debo recomendar alguna canción suelta, mis favoritas son las clásicas de siempre, sumadas a la ya citada «Child of Vision» y «Lord Is It Mine», una balada que tiene un trabajo de bajo que me emociona bastante.
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